Roque Vinueza – Ambato, ciudad y memoria.


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Jueves 18 de mayo 2023

FINALISTA DEL CONCURSO DE ESCRITURA

En una conversación familiar, el pasado lunes 24 de abril me enteraba de que durante el fin de semana antes de ese día se acababa de morir Roque Vinueza. Tal vez a muchas personas no les suene este nombre, pero para quienes tienen interés en la historia del automovilismo de Tungurahua resulta ser no menos que emblemático.


Fue contemporáneo de Luis ‘El Loco’ Larrea en la década de 1950. En ese tiempo no existía la división entre carreras en pista y Rally. Las competencias podían ser por carretera (en condiciones muy duras) y en circuito, cerrando ciertas calles de algún barrio de la ciudad de turno para conseguir precisamente un trazado al cual dar un número de vueltas y ver quién vencía. Pasó por todas las modalidades y desarrolló un interés más grande por los circuitos. Los adoraba y soñaba con el puesto más alto en un certamen internacional de ese tipo. Primero fue al campeonato bolivariano, en Quito, con un tercer lugar. Después fue a Lima y consiguió un segundo lugar, compartiendo máquina con el ‘Loco’ Larrea, ya que eran eventos muy largos de resistencia. Finalmente quedaron campeones tras triunfar en las 6 Horas de Bogotá.

Cumplió su sueño.


Tuve la oportunidad de conocerlo en el 2018 y conversar con él durante toda una mañana. Era alguien que lograba sacar una sonrisa a todos a su alrededor, con su buen humor. Recordaba cada detalle de su trayectoria como si se tratara ‘de ayer’. En su tiempo, siempre gestionó sus participaciones deportivas por cuenta propia y fue reconocido por el arrojo y los riesgos que tomaba gracias a su seguridad y experiencia tras el volante.


Tras haber sentido la alegría con la que narraba su vida y haber entendido por qué era como era, uno no puede hacer menos que asombrarse por la sencillez con la que el ser humano puede conseguir sus sueños: Compitió, ganó y, como él decía, disfrutó posteriormente de la vida viajando, haciendo amigos y siendo servicial en sus negocios. Consiguió todo lo que quiso y fue feliz. ¿Cuántas personas en el mundo pueden darse el lujo de sentir lo mismo? Sin duda alguna, Roque no sólo fue un gran valor del automovilismo ambateño, si no también un ser humano que sonrió hasta el final de sus días. Alguien digno de ser reconocido y recordado con mucho cariño.

Por: Pablo Barrera

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