Parte de ti – Ambato, ciudad y memoria.

FINALISTA DEL CONCURSO DE ESCRITURA

La vida me trajo a ti, yo no lo decidí. Llegué con un camión de mudanzas, libros, cuadernos, una sola cama y una maleta repleta de miedos y anhelos. Mi vida en este escenario nuevo.

Los primeros meses todo fue un laberinto; ni en mi mente, ni en la vida lograba descifrar un mapa que me ayudara a andar sin sentirme perdida.Calle a calle, bus a bus. Te conocí mientras me descubría. Nunca fui de ninguna parte, pero en tus atardeceres, tus fríos y tus parques fueron echando raíces mis penares.

Penares que el amor fue disipando, convirtiéndote en mi hogar inesperado. Siempre fuiste mi punto de partida, nunca lo vi hasta que alcé la vista y encontré en un viejo edificio, el inicio de mi propia vida.

Veinte y nueve años atrás; dos almas distantes en ti se encontraron, en aquel viejo edificio central. Dos almas, hoy otra vez distantes, pero cuyo amor forjado en tu seno, me trajo de vuelta aquí, para hallar en ti mi propio cielo.

Encontré calor de hogar, entre azucenas, peras y un rosal; recorrí tus calles mientras el olor a pan recién horneado, se hacia parte de mi diario andar.

Confieso que de todas tus bondades mi favorita sin lugar a duda,son tus calles coloniales, hay magia recorriendo, hay poesía y música volando junto a las aves. Aún lo recuerdo, aquel primer mágico encuentro. El sol se ponía junto a la cúpula de una iglesia, que para aquel entonces aun desconocía, mientras yo esperaba la música sonaba.

Un saxofón que una y otra vez se repetía, sería fiel compañía de innumerables tardes tras la sombra de una gran magnolia.

Aquel febrero bajo un colorido ocaso dos nuevas almas se juntaron. No había forma de saberlo, pero con cada paso iba hilvanando eternos lazos. Hoy te agradezco porque siempre me brindas un nuevo paisaje para enamorarme, recorriendo tus calles, tu gente amable se convirtió en un tesoro invaluable.

Y si, talvez no eres herencia de mis generaciones, pero hoy siembro en ti todas mis aspiraciones, contigo son mis añoranzas y en tu tierra para siempre estarán mi vida y mis esperanzas.

Por: Katherine Villarroel