Mosaico – Ambato, ciudad y memoria.


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Miércoles 8 de marzo 2023

FINALISTA DEL CONCURSO DE ESCRITURA

Cada ciudad puede ser otra…me susurra Mario al oído. La ventana se llena de paisajes conocidos, bajo del bus en la última parada. Ambato era verde durante la edad de mi inocencia: verde-valle, verde-ojeras, verde-malestar después del cigarrillo, verde-pupilas inciertas y verde-sábanas enmohecidas por el llanto.

Sigo sin lograr dormir cuando vengo a Ambato, el ruido de la ciudad se mete a mis entrañas y habita entre mis clavículas, se incrusta debajo de mis costillas y baila en la boca de mi estómago. Sabe a nostalgia, al anonimato dulce de ser foránea, a la sorpresa de amar rincones que nunca creí míos, al recuerdo de cada paseo que no hicimos. 

La noche viene cargada de contrastes: la perpetua mascarada-oro en Ficoa, el cielo de lentejuelas plateadas que atraviesa el Parque 12, los adolescentes en su cacería roja y la mirada azul de quienes siguen trabajando hasta el alba. 

Soy una coleccionista de colores. Soñaba con regalarte un pedazo de cada color de Ambato. Construirte una casa-prisma y abrir la vida que encerraban tus ojos. Que mires lo bello (o al menos lo amable) de ser forasteros. Terminé vestida de negro y con vidrio molido en los huesos. 

Nunca quise venir aquí. Mudanza forzada…Sin embargo, cada decisión importante, cada amigo amado y cada minuto amargo, se tiñeron con las cucardas rosas de Miraflores y las tazas de café del centro.  Sobreviví a tu silencio blanco. Vivo la madurez roja de mi cuerpo. Habito los sonidos. Reconstruyo mis huesos. Recupero los colores. Vengo a contarlo.

 Amanece desde el reloj. Ali recoge una hortensia verde. Cada ciudad puede ser otra y esta se transfigura ante mis ojos ¿la dulcifica el insomnio, o haber aprendido a reírme hasta de la tristeza? Cruzo el Luis Alfredo Martínez con Ali. La sombra del río seguirá nuestros pasos. 

Por: Katherine Plaza

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