Memorias de Ambato – Ambato, ciudad y memoria.


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Jueves 18 de mayo 2023

FINALISTA DEL CONCURSO DE ESCRITURA

Ambato para mí es ese “Tambor tocado desde adentro” y es que de aquel sonido primitivo parte  todo lo que sé sobre mi ciudad amada. Inicia con una nota de bendición geográfica, con el  Mulacorral y el Chiquiurco, con las montañas, lomas y riveras que habitan este paisaje que ha sido  cuna etérea de aquellos seres casi mágicos que nos han dado un nombre para nuestro lugar en este  Ecuador: Jambatos.  

Esta llacta tiene tantos matices como raíces tiene el corcho que se aloja en mi colegio. Aquel  colegio que me enseñó a mí, a mi hermana, a mi madre, a mis tías, y a una gran vastedad de mujeres  ambateñas lo más importante: a ser soñadoras y resilientes, a amar el arte y la cultura como parte  del ser y a ver nuestra ciudad con amor, respeto y devoción. En este Ambato querido no somos  sonidos aislados, somos varias melodías queriendo ser una sola, uniendo nuestra lucha diaria para  encontrarnos en una pieza enérgica, magnífica y, sobre todo, libre.  

Es Ambato también un acorde alegre que se levanta cuando se ve decaído, y lo celebra  intensamente con flores de todos los colores, con frutas de todos los campos y con pan de todos  los hornos. ¡Ay el pan de Ambato! saca suspiros desde el mismísimo corazón y lo hace latir como  enamorado, regalándole calor en forma de migajas al compás de los bocados. Y qué decir de las  claudias, reinas orgullosas que nos regalan su néctar solo al empezar el año.  

Como en cualquier melodía, puentes también hay en Ambato, puentes que unen el presente con el  pasado, el pasado con el futuro, y nos unen con aquellas mentes magníficas que hacen que me  llene de orgullo al saber que compartimos raíces, ideales y valores que nos convierten en  ambateños precursores de cambio desde siempre.  

Y al final, en el silencio, ser ambateño es dormir profundamente volviendo al barro frío, a esta  tierra nuestra, bajo la cobija inmensa de la mama Tungurahua sin temer en ningún momento a su  fuerza y altivez, esa que impulsa vitalmente el sonido desde adentro del tambor. 

Por: Rachel Pazmiño

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