La democratización de la cultura: Una obligación compartida

Consta en nuestra constitución, y en la de la mayoría de los países a nivel mundial, el derecho que tenemos todos los ciudadanos al acceso a una cultura democrática. Pero a qué se refiere este punto: Todos los ciudadanos, tenemos derecho a la libre participación dentro de la cultura de la ciudad. En el arte, tenemos derecho a manifestarnos de acuerdo a nuestros talentos, y que estos se constituyan en el medio de comunicación de nuestras necesidades.

Si bien es cierto,  pensamos que estas políticas deben venir desde el Estado, también es cierto que la participación ciudadana, y de la empresa privada, deben constituirse en puntal de apoyo para que este derecho básico se cumpla.

A derecho pedido, obligaciones adquiridas. Debería ser la norma que dirige esta cultura de participación ciudadana, que señala la democratización de la cultura. 

Entonces, se constituye también en nuestro derecho y obligación como ciudadanos, el trabajar activamente para ser parte de ese desarrollo cultural; buscando mecanismos de apoyo a la gestión que ya hacen los gobiernos de la ciudad y provincia, para de esta manera cumplir uno de los principios básicos que nos asegura el mantener una ciudad culta, abierta a expresiones artísticas, involucrada en desarrollar el talento, pero sobre todo con una voz firme y fuerte para ser oída.

Actualmente la cultura en su conjunto es tratada por la sociedad como un BIEN PÚBLICO, esta situación le hace mucho daño a los artistas y a los creativos, pues les niega al menos dos derechos fundamentales: el reconocimiento de su actividad como un trabajo legítimo y una remuneración adecuada. Al mismo tiempo, le niega a la sociedad el progreso que artistas, creativos y toda su cadena de valor pueden aportar. 

Por esta razón las autoridades deben mostrar apertura y apoyo hacia las iniciativas que desde la empresa privada y la ciudadanía en general, se gestan para el desarrollo cultural. El poder compartir responsabilidades, en la creación de espacios de cultura se vuelve indispensable, además de obvio, ya que a nivel mundial los modelos de gestión cultural exitosos , son justamente aquellos en los cuales se logra trabajar en comunidad, empresa pública, privada y sociedad. 

Alexandra Jaramillo Dávalos